Abel García Salinas

Alessandro Andreuccetti es una persona afortunada.

Nació en San Gimignano, una pequeña ciudad situada entre Siena y Florencia en la Toscana. San Gimignano es una ciudad varada en el tiempo en el que destacan sus altas torres, sus calles torcidas, sus plazas y sus fuentes todo aún con aspecto medieval.

La naturaleza artística de Alessandro florece en estos campos y en mañanas hermosas y tibias nos lleva con él para viajar por sus lugares secretos, llenos de misterio, mitos y rituales. Por sus colinas, valles y viñedos por caminos serpenteados, como surcos de rostros viejos por sus bosques de olivos y cipreses por donde corretean Artume y Februus por caseríos aún dormidos y cobijados con la niebla.

En esta serie de veintiún imágenes que nos presenta Alessandro en este libro se plantea un concepto de abstracción como un medio de reflexión. Dicho concepto da importancia a sus componentes visuales; color, forma y textura. Estructurados de una manera formal, casi académica. Con pinceladas precisas desgrana imágenes como cuentas de un rosario.

Su pintura se forma con el conocimiento de la herencia que redescubre y posee. Reconoce en él un sentimiento de memoria antigua.

En cielos brillantes o entre las ramas desnudas de los árboles el viento parece estremecer el color, elemento clave para entender y comprender la obra de Alessandro, color que la lluvia escurre luego por las cortezas y raíces y luego hace correr entre los valles.

Su obra se caracteriza por la aparente simplicidad de sus trazos que en sus paisajes transmiten vitalidad y dinamismo y que a la par permanecen inmutables. Apoyado en los materiales que utiliza atrapa las formas propias del sujeto-objeto, que no ya del detalle. Su pintura, como San Gimignano, es anacrónica.

En el sentido de que sus paisajes pudieran ser los mismos que vieron y conocieron caminando Sebastiano Mainardi o Domenico Ghirlandaio. Las mismas sustancias. Los mismos colores.

Su composición está estructurada con solidez como las torre Rocca di Montestaffoli, pero que no pierde en ningún momento la ligereza del aire toscano. Las técnicas que utiliza Alessandro para mostrarnos a su tierra, sol, aire y espacio son el carboncillo, la tinta, el gouache, la acuarela y el óleo. La temática, va y viene entre lo tradicional y lo contemporáneo vanguardista. Sus paisajes son básicamente rurales, pero no deja de mostrarnos también lo urbano. Las personas y animales, principalmente caballos, lo colocan dentro de una poesía visual pastoral. Su visión no se desborda, se contiene y eterniza. Nacer, crecer y disfrutar de una tierra que mana belleza y cultura.

Comer, beber y respirar el aire compuesto por las almas de los grandes maestros renacentistas, nutrirse de esta leche y mieles de espíritus creadores hacen sin lugar a dudas de Alessandro Andreuccetti una persona afortunada.


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